martes, 20 de marzo de 2007

ENSEÑAR A MIRAR por Eva Lesmes



Es el tercer día de los encuentros de Creadores Audiovisuales organizado por SGAE en Córdoba. Me revuelvo en mi butaca porque después de tantas ponencias y mesas redondas empiezo a estar un poco saturada. Decido tomarme un descanso y me dirijo a la mezquita que está justo enfrente del lugar dónde se celebran los encuentros. Entro en el templo y me dejo impresionar por la enormidad del espacio, por su belleza y por lo que significa. El choque de civilizaciones contra la alianza de estas, la globalización contra el mantenimiento de las señas de identidad de una cultura; esos conceptos que manejamos a diario y que, en gran medida se han tratado en los encuentros, son aquí una realidad. Observo un retablo de la parte católica; las figuras, sus facciones, sus expresiones de dolor, de sometimiento a un Dios que juzga y castiga. Miro hacía el otro lado y observo la falta de imágenes, la sublimación de un Alá tan poderoso al que ni siquiera se puede representar. Observo la gente que observa. Un grupo de jóvenes japonesas guiadas por un cordobés que habla su idioma con acento andaluz. Un enorme grupo de franceses. Todos escuchan ávidos las explicaciones de sus guías. Miran y necesitan ayuda para ver, para entender la dimensión de lo que están viendo, para aunar el placer estético con el significado de este.

Y empiezo a pensar en todo lo que se ha estado hablando estos días en el encuentro de autores, las ideas se agolpan en mi cabeza, pero hay una, sobre todas, que toma fuerza y que ha sido una constante en los encuentros; la necesidad de enseñar a mirar el cine. Me pregunto si los hombres que en el pasado pagaron por estas obras de arte buscando con ellas la difusión de sus ideas y el sometimiento de sus poblaciones a ellas, hubieran tenido un medio tan poderoso de comunicación y de transmisión de valores como el cine, entre sus manos, ¿qué hubieran hecho?. Y pienso que habrían hecho lo que hacen los americanos con su cine; utilizarlo para colonizarnos con su cultura. Y lo hacen tan bien que no nos damos cuenta, y nos han vendido tan estupendamente el concepto de entretenimiento que nos lo creemos y a base de mirar siempre lo mismo; las mismas historias, contadas de la misma manera, con los mismos tópicos, ya no sabemos ver otra cosa.

¿Qué podemos hacer contra esto?. Es difícil luchar contra el poder, pero como siempre las rebeliones vienen desde abajo, y nacen de la conciencia de los sometidos; por una lado conciencia de que lo son, y por otro conciencia de cuales son sus armas para luchar contra ese sometimiento. Y pienso que lo mejor que podemos hacer es enseñar, sobre todo a los niños y a los jóvenes, el público del futuro, a mirar el cine; a ver otros paisajes, con otros ritmos, con otras miradas, y a entender lo que hay detrás de las imágenes, que nunca es casual. Porque cuando miramos y no vemos, estamos ciegos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias Eva por esta reflexión con la que estoy completamente de acuerdo contigo. Me gusta mucho, además, tu forma de expresarla.
Al punto en el que hablas de la facilidad de los americanos para vendernos "su entretenimieno" yo añadiría que son capaces de vender eso y cualquier cosa que se propongan. Sus políticos son un estupendo ejemplo de ello. Pero voy más allá. La cuestión es que siguen siendo "los americanos de Bienvenido Mister Marshall" cincuenta años después. ¿Y por qué? Porque ellos tienen una mentalidad positiva en contraposición a la negativa europea basada en las variadas y sofisticadas formas de sufrimiento. Y eso se refleja en sus historias y en las nuestras.