miércoles, 30 de mayo de 2007

TREN DE ALTA VELOCIDAD por Iciar Bollaín


A veces pienso que ese cambio en la naturaleza de las imágenes que sin duda se está dando es como un tren, de alta velocidad desde luego, que nos está pasando por encima sacudiéndolo todo: los viejos soportes se tambalean, los canales de distribución se empequeñecen (las salas) y al tiempo se difuminan y amplían (internet, móbiles etc) los viejos sistemas de derechos de autor pierden sus contornos, derrumbados por la piratería, y el copyleft aparece como una opción más progresista"... Hace mucho que expresar ideas en imágenes ha dejado de ser privilegio de unos pocos, cualquiera puede contar lo que quiera y encontrar un público en la red...

Hace tiempo que el modo en que hacemos cine se me antoja una pura artesanía (en la época del adsl ¿hay algo más medieval que un maquinista colocando una vía de hierro en el suelo y equilibrándola con primor con pequeñas piezas de madera?) Hace mucho que nuestra forma de promocionar el cine, con sus ruedas de prensa rutinarias se me antojan una vía muerta, un camino agotado... Yo me pregunto dónde está el nuevo camino, por dónde hay que ir, y sobre todo, cuando este tren de cambios con su ruido y sus sacudidas acabe de pasar, ¿que paisaje va a dejar? ¿quien viajará en ese tren y quién quedará fuera? ¿Y qué pintamos en todo esto los cineastas, los que nos dedicamos profesionalmente al cine? ¿Hacemos falta? Yo confío en que sabremos adaptarnos pero sobre todo, sigo confiando en el poder de las historias bien contadas, con contenido, con emoción. Asi, entre los estrenos de este año, entre películas espectaculares en efectos y medios, entre historias "globalizadas" contadas en varios continentes como la deslumbrante Babel, aparece una mucho más convencional, rodada como quien dice entre cuatro paredes, con cuatro o cinco personajes, sin grandes propuestas visuales ni formales: "La vida de los otros" es una película "de las de siempre" y a mi me conmueve sin alardes, me lleva allí donde llevan las historias sobre el género humano, a sufrir con los personajes, a sorprenderme y asombrarme con nuestras contradicciones, con nuestra capacidad de hacer bien y de hacer mal. Es un cine que me da lo que nos han dado siempre las grandes peliculas: referencias, reflexiones y una profunda emoción, la de estar ante algo que es cierto, que contiene grandes verdades.
¿Habrá sitio en ese tren de alta velocidad para películas como esta? ¿Tendrá el espectador, que también puede ser creador, de youtube, de videojuegos, de pequeñas o incluso diminutas pantallas, paciencia para sentarse a ver una película así? Y una vez que pase el tren, ¿quedarán en el paisaje canales para que accedamos a ellas? ¿Y espectadores? Como espectadora que también soy espero que si, y como creadora que aspira a hacerlas, espero que también.

(Esta es la contestaciín que Iciar Bollain ha dado a Cahier de Cinema ha las preguntas:
1.. ¿Cómo afronta usted, como creador, la práctica del cine
frente a un futuro ya inmediato de cambios y transformaciones en la
naturaleza de las imágenes?
2.. ¿Cómo piensa usted que esas transformaciones van a condicionar
las nuevas formas de consumir imágenes y de relacionarnos con ellas?)

1 comentario:

María Rogel (Lapor) dijo...

Iciar, qué oportuno es esto que escribes y qué oportuno leerlo. Queá razón tienes, de verdad.
Es cierto que hay una democracia y una accesibilidad a los medios que se traduce como que todo aquel que quiera puede crear, en un largo y diverso abanico de métodos.
Pero muchos de ellos no son cretivos.

Yo recibo a menudo mails de amigos hablando de la vida cotfdiana dese un humor muy facilón y no es ése el humor que yo veo en la pantalla. Muy a favor del cine. Creo que esa alarma de que todo se pareciese y quedase diluido no es tal. Afortundamente, gracias a que se mantiene una barrera, que es irrompible: entre lo que uno hace con mayúsculas y lo que hace en su tiempo libre.
Son dos cosas muy diferentes, lo son sus compromisos: En el primer caso grande y en el segundo, nulo. Al margen de la calidad, que normalmente va en concordancia: al esfuerzo, a esa elección/prioridad.

La gente sigue matriculándose en escuelas de cine, de hecho éstas se duplican. Puede que no sea un reflejo real del talento y de la vocación, pero la fascinación por los medios ha tenido mucho que ver. Esto sí es negativo...
Es cierto que se está perdiendo el respeto por el proceso creativo, la autoría.
También hay que nombrar el contrapunto: algunos responsables del futuro del audiovisual no tienen ninguna formación en imagen. Y no me refiero a académica. "No aman las imágenes" y hay que adorarlas si es con lo que se trabaja. Esto tampoco ayuda a recuperar el valor que tiene contar historias con imágenes, que es una profesión -como lo es cualquier otra- y una responsabilidad frente al público. Que, en el caso de internet, no ha decidido serlo y ya está viendo.
Pero no nos engañemos: sigue siendo algo para muy pocos/-as.

María Rogel