miércoles, 14 de noviembre de 2007

¿DONDE SE HAN METIDO LAS MUJERES? por Charo Izquierdo

O, mejor dicho, ¿dónde han metido a las mujeres? ¿En el armario…? ¡Pues que lo abran y salgan! Es lo que te da ganas de gritas cuanto te enteras de que, en las noticias que se ofrecen en los telediarios, las más mencionadas son aquellas de las que se desconoce su profesión, y eso sólo significa un 3,7%. Conocí el dato porque fui invitada a participar en el congreso de Televisión y Políticas de Igualdad organizado por el Instituto de Formación de Radio Televisión Española y el Instituto de la Mujer. En él tuve que moderar una mesa sobre la imagen de la mujer en los contenidos televisivos y eso me condujo a reflexionar sobre el tema.

Lo primero que me vino a la cabeza fue que quienes trabajamos en los medio deberíamos desayunarnos con la premisa de que podemos contribuir a romper estereotipo o, por el contrario, a perpetuarlos. Hoy por hoy, creo que la sociedad va por delante de la televisión. Habrá quien se oponga a esta tesis alegando que en los guiones de las series más recientes intervienen, por ejemplo, nuevos modelos da familia; por supuesto, mujeres haciendo todo tipo de trabajos, lesbiana que se besan ante la cámara, hombre homosexuales que deciden casarse… Es ciento, pero no lo es menos que, en general, se sigue transmitiendo un rol femenino alejado de la realidad. Dejemos al margen a las presentadoras, las conductoras, las directoras de los informativos… Eliminadas ellas, ¿no se diría que la mayoría de las veces las que aparecen presentando hacen un uso excesivo de sus atributos femeninos? Es verdad que la sociedad actual ha admitido la exhibición del cuerpo no normalidad. Podría ser incluso, saludable. Pero, ¿qué ocurre cuando las mujeres que conducen un programa se exhiben en exceso? Recuerdo, concretamente, a una de la madrugada que parecía serlo de un canal paraporno. Da la impresión de que seguimos con la idea de que la mujer es un gancho sexual. ¿Sería imaginable que los presentadores, los hombres, digo, sacaran partido a su entrepierna y que la cámara se las arreglase para enamorarse de ella? Ridículo, ¿no? Es un ejemplo. Otro: por más que se ha intentado, la publicidad sigue convenciendo de las bondades de los detergentes a través de nosotras. Hay casos de hombres que manejan electrodomésticos, bañan a los niños o hacen la comida; sin embargo, cuando se trata de restregar o usar lejía, no hay manera de que prescriban ellos. Otro más; cuando se trata de un programa de debate político, hay que buscar féminas entre las piedras para salvar la cara con una mínima cuota. Un extraterrestre que mirase 59 segundos concluiría que discutir de política no es femenino, pues, al margen de su presentadora, lo habitual es que, de los seis contertulios semanales, sólo haya una mujer, a veces, dos. En cambio, si nos detenemos en los programas rosas o de debate del corazón, la tendencia suele ser la contraria, es decir, ahí, quienes llevan la voz cantante son ellas, con un número menor de ellos, incluso aunque aquí se invierta el juego y el presentador suela ser un varón. Claro, que si hay un programa que perpetúa estereotipos, y de la peor manera, porque lo hace por vía de la comedia, se llama Escenas de matrimonio, en Tele 5. Es el retrato más casposo, anticuado y vulgar de la pareja. En él, qué casualidad, ella siguen siendo las de siempre: frívolas, tontas o asexuadas o ninfómanas, gastadoras, y no precisamente de su dinero… O sea, lo peor. Lo peor para ellas. Pero también para ellos.

Este es un artículo publicado recientemente en Yo Donna y que por lo que nos atañe nos ha parecido interesante para difundir en nuestro blog.

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