Cuando entré en la sala para ver "La camarera" de Adrienne Shelly iba con la total convicción de que me iba a gustar, sólo conocía a la directora por su trabajo como actriz en las películas de Hal Hartley y de ella como persona que había sido asesinada por un asunto de obras en su casa.
Olvidando lo anterior , comienza la película y me sumerjo en el microcosmos de esa pequeña localidad sureña donde se desarrolla la historia y aquí empieza el fallo, me encuentro con unos personajes que viven dos palmos arriba del suelo, que nunca caen en el charco que supone vivir con maridos maltratadores y enfermos, no aquí todo está filmado en tonos “ pasteles “ , me solivianto agradablemente un poco cuando la protagonista no quiere de inmediato a ese feto que crece dentro de ella, pero al poco rato me doy cuenta de la película no me va a sorprender, esa niña, los pasteles y los besos van a salvar la vida de esa ingenua y naif llamada Jenna. Y me viene al recuerdo la hondura de un personaje el de Alicia de Scorsese en “Alicia ya no vive aquí “, sin embargo Jenna si va a seguir viviendo allí, porque el lema “ que todo cambie, para que nada se mueva de su sitio “ funciona aquí a la perfección.
En descargo de todo lo anterior he decir que la película gusta a espectadores agradecidos, que el pulso narrativo es bueno, que las actrices y actores están muy bien, que la película es solvente y eficaz que pertenece por derecho propio al más puro cine indie. En fin que es agradable salir del cine suelto, con nada en los bolsillos, pero a mi me gustan poco “los monederos falsos".
martes, 11 de diciembre de 2007
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